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ADIÓS A DULCE, LA DIVA DE LA MÚSICA MEXICANA QUE DEJÓ HUELLA.

Por Luis Martínez Alcántara

 

Dulce, la icónica cantante mexicana, falleció este 25 de diciembre a los 69 años debido a complicaciones por cáncer pulmonar. Nacida como Bertha Elisa Noeggerath Cárdenas el 29 de julio de 1955 en Matamoros, Tamaulipas, su carrera despegó en la década de 1970 gracias a su potente voz y su capacidad para conectar emocionalmente con el público.

 

Su legado musical incluye clásicos como “Lobo”, “Tu muñeca” y “Señor amor”, este último un gran éxito que le valió varios premios en festivales internacionales, incluyendo el Festival de Mallorca en 1978.

 

La trayectoria artística de Dulce comenzó en Monterrey, donde se unió a la banda “Toby y sus amigos”. Sin embargo, fue su encuentro con José José en un bar lo que marcó un punto de inflexión en su carrera. El Principe de la Canción no solo quedó impresionado por su talento, sino que también se convirtió en su mentor, ayudándola a conseguir un contrato discográfico que catapultó su carrera. A lo largo de los años, Dulce se consolidó como una de las grandes divas del espectáculo mexicano, participando en numerosas producciones teatrales y televisivas.

 

En sus años más recientes, Dulce continuó activa en la música, siendo parte del exitoso proyecto “GranDiosas”, donde compartía escenario con otras destacadas cantantes. Este proyecto le permitió revivir sus grandes éxitos y conectar con nuevas generaciones de fans. Sin embargo, su salud se vio afectada por problemas respiratorios que la llevaron a estar hospitalizada varias veces antes de su fallecimiento.

 

Dulce no solo fue una cantante; su música abordó temas universales como el amor y el desamor, resonando especialmente con las mujeres. Sus letras y melodías se convirtieron en himnos para quienes experimentaban desengaños amorosos. Con una carrera que abarcó más de cuatro décadas, dejó una huella imborrable en la música latina y es recordada como una pionera que abrió caminos para futuras generaciones de artistas.

 

La partida de Dulce deja un vacío en el mundo musical mexicano, pero su legado perdurará a través de sus canciones y las memorias que creó entre sus seguidores. Su vida y obra son un testimonio del poder transformador de la música y del impacto que una artista puede tener en la cultura popular.