Por Luis Martínez Alcántara
CIUDAD DE MÉXICO.- La presidenta Claudia Sheinbaum hizo serias acusaciones contra Jorge Romero Herrera, el nuevo dirigente nacional del Partido Acción Nacional (PAN), al calificarlo como el “jefe del Cártel Inmobiliario” y argumentó que la corrupción inmobiliaria en la alcaldía Benito Juárez se intensificó durante la gestión de Romero entre 2012 y 2015. Esta declaración se produce tras la reciente elección de Romero como líder del PAN, lo que generó un intenso debate sobre su idoneidad para el cargo.
Sheinbaum enfatizó que su acusación no es aislada, citando también a Felipe Calderón, ex presidente de México, quien en su libro “Decisiones Difíciles” también señala a Romero por corrupción. La mandataria destacó que diversas empresas han denunciado prácticas extorsivas vinculadas a Romero, quien supuestamente admitió que grupos de ambulantes le generaban ingresos significativos. Estas revelaciones han llevado a cuestionar la integridad de la nueva dirección del PAN y su compromiso con la transparencia.
La investigación sobre el Cártel Inmobiliario se intensificó tras un trágico incidente en Benito Juárez, donde una explosión en un edificio reveló irregularidades en los permisos de construcción. La fiscalía capitalina descubrió que muchos departamentos estaban registrados a nombre de una sola persona y que se estaban violando las normativas de uso de suelo. Sheinbaum subrayó que estas irregularidades reflejan un patrón de corrupción sistemática que involucra a funcionarios y desarrolladores.
Romero respondió a las acusaciones, rechazando categóricamente cualquier vínculo con actividades corruptas. En entrevistas, ha afirmado que no existe ninguna imputación formal en su contra y ha calificado las acusaciones de Sheinbaum como infundadas. Aseguró que su enfoque será mantener una oposición constructiva y no caer en provocaciones políticas, aunque también expresó su deseo de dialogar con el gobierno.
El enfrentamiento entre Sheinbaum y Romero marca un nuevo capítulo en la política mexicana, donde las acusaciones de corrupción son moneda corriente. La situación plantea interrogantes sobre la dirección futura del PAN y su capacidad para lidiar con las críticas internas y externas. La respuesta del partido ante estas acusaciones podría definir su imagen pública y su eficacia en el ámbito político nacional.