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CHIAPAS SE BAÑA EN REFRESCO; EL SUR DE MÉXICO, EPICENTRO DE UNA CRISIS AZUCARADA

Por Monserrat Californias

México encabeza el consumo global de refrescos, con un promedio de 163 litros por persona al año, según Euromonitor, superando por mucho a países como Estados Unidos. Sin embargo, el caso más alarmante se vive en Chiapas, donde un habitante promedio bebe más de 800 litros anuales, es decir, más de dos litros diarios. Esta cifra no solo duplica los niveles de los estados más cercanos, sino que establece un récord mundial sin precedentes.

En comunidades como San Juan Chamula, la bebida embotellada ha sustituido al agua potable como parte de la vida cotidiana y hasta de los rituales religiosos. El problema se extiende por todo el sur y sureste del país, donde estados como Tabasco, Oaxaca, Veracruz y Campeche muestran cifras de consumo superiores a los 200 litros por persona al año.

Factores como la falta de acceso al agua potable, el clima cálido y la intensa presencia de marcas refresqueras han creado un entorno donde el refresco no solo es omnipresente, sino más accesible que el agua purificada. En muchas tiendas, una botella de refresco cuesta menos que una de agua, lo que agrava la dependencia de estas bebidas.

Las consecuencias para la salud son devastadoras. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) señala que el 73% de los adultos mexicanos tiene sobrepeso u obesidad, y cerca del 14% vive con diabetes tipo 2. En Chiapas, los médicos reportan un incremento alarmante en casos de insuficiencia renal, amputaciones y otras complicaciones derivadas del exceso de azúcar. La Secretaría de Salud estima que el 7% de las muertes en México están directamente relacionadas con el consumo de bebidas azucaradas.

Para combatir esta crisis especialistas coinciden en que se necesita un enfoque mucho más agresivo: aumentar el impuesto para hacerlo verdaderamente disuasivo, mejorar el acceso a agua segura en comunidades vulnerables, reforzar la educación nutricional desde edades tempranas y regular con mayor firmeza la publicidad dirigida a menores. Mientras tanto, el sur de México sigue atrapado en un círculo de azúcar, pobreza y desinformación, con Chiapas como símbolo global de una sed que no se apaga.