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CHELSEA ARRASA AL PSG Y CONQUISTA EL MUNDIAL DE CLUBES; CONTUNDENTE 3-0

Por Luis Martínez Alcántara

El Chelsea arrasa al PSG con un contundente 3‑0 en la final del Mundial de Clubes en el MetLife Stadium de Nueva Jersey. El héroe indiscutible fue Cole Palmer, autor de un doblete y asistente en el tercer gol, estableciendo una ventaja decisiva durante la primera mitad.

Palmer abrió el marcador al minuto 22 con un remate bajo ajustado al poste, seguido de un segundo gol casi idéntico a los ocho minutos. Su exhibición de precisión y frialdad en el área evidenció su talento y capacidad para brillar en momentos clave.

Antes del descanso, Palmer filtró un pase perfecto a João Pedro, quien definió con clase al minuto 43, cerrando la goleada. El PSG, que llegaba con amplio favoritismo tras ganar la Champions y un cuádruplete doméstico, no pudo reaccionar ante el hambre y orden táctico del Chelsea.

Para muchos aficionados y analistas, el PSG era el favorito indiscutible, respaldado por el modelo táctico de Luis Enrique, quien venía consolidando un equipo dominante basado en posesión, presión alta y control territorial. Sin embargo, en la final su método fue completamente rebasado: el Chelsea impuso un ritmo agresivo desde el primer minuto y desconectó por completo a Mbappé, Dembélé y Vitinha, desactivando los circuitos creativos del conjunto parisino.

El planteamiento del técnico español lució pasivo y sin alternativas ante la presión inglesa. La falta de reacción y el colapso defensivo en los primeros 45 minutos evidenciaron que, aunque el sistema de Luis Enrique había sido efectivo en el camino al título europeo, no resistió frente a la intensidad, precisión táctica y verticalidad del Chelsea, que jugó la final como se deben jugar: con hambre, valentía y contundencia.

La estrategia del técnico Enzo Maresca fue clave: un alto nivel de presión y desconexión del juego del PSG desde el primer minuto, siguiendo la misma fórmula que usaron previamente contra Botafogo. El dominio fue tan evidente que el capitán del PSG, Marquinhos, reconoció que el rival “impuso su plan táctico”.

Tras el pitido final hubo tensión: un altercado post‑partido entre Luis Enrique y João Pedro, que requirió la intervención de Donnarumma para detener la confrontación.