Por Luis Martínez Alcántara

Donald Trump volvió a generar controversia al sugerir que México y Canadá deberían convertirse en estados de Estados Unidos. En una reciente entrevista con NBC News, el presidente electo argumentó que ambos países reciben subsidios significativos de Estados Unidos, lo que, según él, justifica su anexión. 

Trump afirmó que Estados Unidos subsidia a Canadá con más de 100 mil millones de dólares al año y a México con casi 300 mil millones, planteando que si se sigue otorgando este apoyo financiero, sería lógico que se conviertan en parte del país.

Los argumentos de Trump se centran en la idea de un “campo de juego nivelado”. Según él, al subsidiar a México y Canadá, Estados Unidos está en desventaja competitiva. En su opinión, estos subsidios deben ser reevaluados y, si se continúan, las naciones vecinas deberían integrarse como estados para evitar la percepción de injusticia económica. También reiteró su intención de aumentar los aranceles a productos provenientes de ambos países como parte de su estrategia para abordar la migración ilegal y el tráfico de drogas.

La reacción a estas declaraciones no se hizo esperar. Claudia Sheinbaum, presidenta de México, respondió enfatizando la soberanía del país y rechazando la idea de convertirse en un estado estadounidense. Afirmó que México es un país libre e independiente y que los subsidios mencionados por Trump están relacionados con el incremento de las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos, sugiriendo que el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) es la clave para una competencia justa.

Además, funcionarios canadienses también expresaron su descontento. El primer ministro Justin Trudeau y otros líderes canadienses han distanciado los problemas fronterizos de Canadá con los de México, argumentando que comparar ambas situaciones es insultante. Trudeau ha reiterado que Canadá tiene sus propios desafíos y no debe ser considerado responsable por los problemas migratorios asociados con México.

La propuesta de Trump fue vista como una estrategia para reforzar su base electoral al presentar una postura dura sobre la inmigración y el comercio. Sin embargo, muchos críticos consideran que sus comentarios son más bien un intento de desviar la atención de otros problemas internos mientras se prepara para asumir nuevamente la presidencia.