PULSO
Eduardo Meraz
Atragantado con su propio discurso, el recurso de culpar a los demás de no haber podido ser el gobernante que México necesitaba, resulta inútil para contener el final de un sexenio malogrado.
Los rayos y las centellas salientes de la boca del presidente totalmente Palacio Nacional rebotan en el espejo donde se contempla con la benevolencia de quien, efectivamente, ya no se pertenece y la muerte política toma cuerpo.
Sin ningún sentido de la autocracia, embotado por el soñado poder metaconstitucional, apostó fuerte a las rayitas de la presidencia imperial, olvidando que todo tiene su final y nada es para siempre.
Por eso, se niega a reconocer y aceptar que cada día es menor su autoridad y los subordinados se rebelan o abandonan el barco. Las aclamaciones iniciales han cedido su lugar a los reclamos y protestas; ya nadie cree en las promesas presidenciales.
Uno de los más claros ejemplos del fracaso es no haber rescatado a Pemex y mucho menos dejar la gasolina en 10 pesos el litro.
Con nuestros impuestos destinó de manera adicional a Petróleos Mexicanos 1.5 billones de pesos, durante su mandato. Es decir, cada día pagamos más de 700 millones de pesos, aparte de todos los impuestos por consumir un producto caro y de mala calidad.
Como ejemplo del aspiracionismo del cuatroteísmo es la conformación del mejor sistema de salud del mundo mundial. En los hechos, lo privatizó, como lo demuestra el cada vez mayor gasto de los mexicanos en este rubro, ante la inoperancia oficial.
Lo mismo puede decirse de la educación, donde su reforma se ha traducido en el abandono de las aulas de miles de niños y jóvenes y, en el mejor de los casos, acudir a escuelas particulares. Y de calidad de la enseñanza mejor ni hablamos, donde México se va rezagado de fea manera.
El combate a la corrupción fue un cuento convertido en pesadilla. Prácticamente no hay distinguido morenista que no haya realizado jugosos negocios al amparo del cargo y el encargo.
Las manchas y tiznes en el ropaje de familiares y colaboradores se distinguen a leguas de distancia y no se ve le vayan a bajar siquiera una rayita a su ambición. La discreción no es una de las cualidades del “clan del cash” y asociados.
Por eso buscan un orden jurídico a modo o al menos en los responsables de hacerlo valer, pues según el mandatario palaciego ninguna ley está por encima de sus supuestas autoridad moral y política.
Expulsadas del palacete virreinal la verdad y la justicia, desde hace mucho tiempo se han enquistado la prepotencia, la mentira, la corrupción y el odio. Eso sí es auténticamente vergonzoso.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
¿Por qué será que a los cuatroteísta les causan escozor los hashtags y chats? La verdad no peca, pero incomoda, dicen por ahí.
@Edumermo