Por Luis Martínez Alcántara
CIUDAD DE MÉXICO.- Claudia Sheinbaum, al convertirse en la primera mujer presidenta de México, fue clara al promover el uso correcto del término “presidenta” en lugar de “presidente”. Para Sheinbaum, el uso de la palabra correcta no solo es una cuestión lingüística, sino que representa un paso importante hacia la igualdad de género y el respeto a la identidad femenina en roles de poder, históricamente dominados por hombres.
En su discurso inaugural, Sheinbaum enfatizó que la palabra “presidenta” visibiliza el lugar que las mujeres han alcanzado en la política y en la sociedad. De acuerdo con la Real Academia Española (RAE), el término es plenamente correcto para referirse a una mujer que preside un país, a pesar de que “presidente” ha sido históricamente utilizado de manera neutra. Este cambio de uso refleja un avance cultural que reconoce y respeta el género de quienes ocupan puestos de liderazgo.
El uso de “presidenta” no está exento de controversia. Algunas personas aún se resisten al término, señalando que “presidente” debería ser neutral, como lo es en palabras como “cantante” o “estudiante”. Sin embargo, tanto la RAE como la Academia Mexicana de la Lengua han validado el uso de “presidenta” para referirse a una mujer en el cargo, destacando que el término tiene una larga tradición en el idioma español.
Sheinbaum declaró que el lenguaje es una herramienta poderosa para generar cambios en la percepción social. “Solo lo que se nombra existe”, afirmó la mandataria, en referencia a cómo el uso del lenguaje puede fortalecer la presencia de las mujeres en espacios de poder, reduciendo la invisibilización histórica que han sufrido. Este enfoque subraya el impacto cultural del cambio en el uso del término.
Para muchos, este debate también refleja cómo el lenguaje influye en las estructuras de poder y las normas sociales. El uso de “presidenta” no solo reconoce el liderazgo de Sheinbaum, sino que también es un símbolo de los avances que las mujeres han logrado en los espacios políticos, transformando las jerarquías tradicionales de género.
El hecho de que México tenga su primera presidenta es un hito cultural y político. Este cambio en el lenguaje, aunque pueda parecer menor, refuerza la idea de que la igualdad de género no solo debe reflejarse en la política, sino también en el modo en que nos expresamos y nos dirigimos a quienes nos gobiernan.