Economía

CONTEXTOS/ El reto de la ambigüedad

Por Teófilo Benítez Granados

Las universidades actuales tienen una asignatura insoslayable y pendiente: enseñar a los futuros profesionistas a luchar contra una inminente ambigüedad.

Los antiguos filósofos estoicos creían que era esencial estar preparado para las crisis: ya fuera contemplando la guerra, los naufragios, la tortura o el exilio, la “ premeditación de los males y problemas que podrían avecinarse” era una forma de gestionar los desastres inevitables de la vida.

Es poco probable que los líderes modernos sufran naufragios, pero están acosados ​​por incertidumbres de todo tipo, desde agitaciones geopolíticas hasta shocks en las cadenas de suministro globales. Operar en un estado de incertidumbre casi permanente puede requerir su aceptación en formas para las que los estrategas tradicionales tal vez no estén preparados.

La imperfección aparece como algo “malo”, pero en realidad significa aceptar la ambigüedad de no tener un conocimiento completo y perfecto antes de realizar movimientos estratégicos.

En un mundo marcado por disrupciones, los enfoques estratégicos convencionales pueden producir resultados incompletos o engañosos. En cambio, las acciones dinámicas, en tiempo real y no lineales tienen más posibilidades de éxito. Adoptar algunas mentalidades diferentes puede ayudar a los líderes a seguir la corriente en lugar de esperar a tener certeza.

Por ejemplo, debemos alentar en las aulas y en los entornos corporativos una mentalidad “siempre curiosa”. Para ello, es necesario cambiar las estructuras de incentivos para que las personas no sean penalizadas por trabajar de forma paralela.

Conformar una cultura de aprendizaje continuo en las universidades y organizaciones diversas implica:

Crear una cultura de aprendizaje a través del liderazgo: El comportamiento de los líderes de la empresa tiene una gran influencia en el comportamiento de los colaboradores.

Asegurarse de que el aprendizaje sea conveniente y accesible: El aprendizaje en línea es ideal para que los trabajadores puedan aprender en el momento de necesidad, en cualquier momento y lugar.

Promover el aprendizaje social: El aprendizaje no termina cuando termina la capacitación, sigue al compartir el conocimiento y aplicarlo en la vida real.

La ambigüedad desafía a explorar y buscar significados más profundos e invita a reflexionar sobre la diversidad de interpretaciones que pueden existir en diferentes contextos. Un reto en la educación, sin duda.