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CHILE, EL PAÍS CON MENOS BEBÉS EN AMÉRICA LATINA

Por Luis Martínez Alcántara 

 

Chile, que en la última década ha registrado una caída notable en su tasa de nacimientos, se posiciona como el país con la tasa de fecundidad más baja de América Latina. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), entre 2013 y 2023, los nacimientos en Chile disminuyeron un 29%, situando la tasa de fecundidad en 1,17 hijos por mujer, muy por debajo del 2,1 necesario para mantener un recambio generacional estable.

Este fenómeno, anteriormente característico de países desarrollados, ahora afecta al país sudamericano, reflejando un cambio en las prioridades de las mujeres jóvenes chilenas.

Entre los factores que explican esta disminución en la natalidad se destacan una mayor autonomía reproductiva, un acceso más amplio a la educación y la inserción de las mujeres en el ámbito laboral. Estos elementos han transformado la percepción de la maternidad.

Como señala la socióloga Martina Yopo de la Universidad Católica de Chile, la sociedad chilena ha flexibilizado las normas de género y familia, permitiendo que las mujeres decidan libremente sobre su maternidad. Esto ha dado lugar a que muchas opten por no tener hijos, argumentando que la maternidad no encaja en sus proyectos de vida.

La decisión de no tener hijos es cada vez más común en Chile, como lo demuestran los casos de Camila Ramírez e Isidora Rugeronni. Camila, abogada de 29 años, asegura que ser madre no forma parte de sus aspiraciones personales, ya que prefiere enfocarse en su carrera y disfrutar de su independencia. Por su parte, Isidora, ejecutiva bancaria, se sometió a una esterilización a los 21 años, influenciada por su filosofía antinatalista, al considerar que traer hijos al mundo es una decisión poco ética ante las injusticias globales.

Sin embargo, esta caída en los nacimientos también ha generado preocupación en distintos sectores. Aníbal Scarella, presidente de la Sociedad Chilena de Medicina Reproductiva, advierte que esta tendencia puede derivar en una crisis sanitaria, con una sociedad envejecida y sin suficiente recambio generacional. A nivel económico, el impacto también se hace notar. Jorge Berríos, economista, señala que la falta de jóvenes en la fuerza laboral podría prolongar la vida laboral de las personas mayores, afectando el ciclo económico del país.