PULSO
Eduardo Meraz
Los primeros eventos de campaña de los aspirantes presidenciales fueron realmente como se esperaba: no emocionaron y, por lo visto es poco probable un cambio relevante en las preferencias electorales, pues un gran porcentaje de los ciudadanos ya tiene definido el sentido de su voto.
En cada uno de los tres bandos se hacen esfuerzos denodados por presentarse como la mejor y única opción viable. Eso sí, el futuro prometido por la tercia de candidatos nos aproxima casi al paraíso, como si dones y bienes nos fuesen a llegar por voluntad divina.
Sin embargo, las alternativas propuestas hasta el momento, de tan vistas y oídas, en realidad no entusiasman mayormente, pues sigue siendo la misma letanía de propósitos largamente pospuesta tanto por gobiernos populistas, conservadores, neoliberales como de economía moral.
Si somos estrictos, varios de los compromisos y modalidades presentados en sociedad, con bombos y platillos no dejan de ser ocurrencias, algunas hasta de una liviandad ofensiva, como una reducción mayor a los salarios de los servidores públicos y la no compra de un avión presidencial.
Eso sí, debe resaltarse cierto paralelismo en algunos rubros como seguridad y programas sociales. En el primer caso, ante el creciente reclamo social, todo indica la inminente desaparición de la política de “abrazos y no balazos”, pues además de convertir el país en una enorme fosa, ha permitido el empoderamiento del crimen organizado en vastas regiones del territorio.
El casi cuarto de millón de asesinatos y desaparecidos al término del presente sexenio, si bien no ha merecido un cuestionamiento severo de los correligionarios del mandatario totalmente Palacio Nacional, entre opositores y ciudadanos queda la impresión de haber sido una estrategia fallida.
Por el lado de la alianza opositora, se contempla duplicar las fuerzas del orden, en especial de la Guardia Civil y trabajar en una estrategia que efectivamente se traduzca en una reducción significativa de la impunidad. En el caso del oficialismo, la propuesta consiste en mantener a los militares en tareas de seguridad pública mientras sea necesario.
Respecto de los programas sociales, parece existir un acercamiento en las posiciones de las candidatas, pues además de mantenerlos, ya sea ellas o sus cercanos han lanzado el anzuelo de disminuir la edad y establecer modalidades a la pensión para adultos mayores, en especial al sector femenino.
Salvo esos dos rubros, se evidencia una falta de definición sobre los cómo, realmente innovadores, de parte de quienes pretenden suceder al actual ejecutivo. En efecto, tanto Xóchitl Gálvez, como Claudia Sheinbaum y Jorge Álvarez Máynez nos entregan enunciados y promesas sin mucho sustento en materia de finanzas públicas.
Es justamente en este ámbito, donde como dice el refrán popular, “la puerca tuerce el rabo”, pues los compromisos para pagar la deuda pública, más los subsidios que habrán de destinarse a las obras realizadas en este sexenio y el mantenimiento de la viabilidad de las empresas creadas o adquiridas, son una limitante importante a la hora de ejercer un presupuesto con orientación social.
Obvio no han faltado las escenas y lapsus de los contendientes, que han servido para dar color y sabor a las campañas, donde además hay síntomas de divisiones al interior de las alianzas y del abanderado independiente. Igual ha sido notoria la disparidad de recursos económicos utilizados en las concentraciones
Como prometer no empobrece, Xóchitl, Claudia y Jorge nos atosigarán durante casi tres meses con convertir a México en el añorado edén, tan parecido al de Dinamarca, si bien la realidad y las condiciones materiales indiquen la imposibilidad de alcanzarlo, al menos en el próximo sexenio.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
¿Alguien se acuerda de la “república amorosa” que prometió el presidente sin nombre y sin palabra?
@Edumermo