Por Luis Martínez Alcántara

La árbitra iraní Mahsa Ghorbani tomó la decisión de abandonar Irán tras recibir amenazas de ataques con ácido. Esta situación se originó cuando fue designada para dirigir un partido masculino de fútbol, un hito significativo en un país donde el deporte sigue siendo predominantemente masculino y las mujeres enfrentan serias restricciones en su participación.

La noticia resonó en medios internacionales, destacando la valentía de Ghorbani y las preocupaciones sobre la seguridad de las mujeres en el ámbito deportivo.

Desde su designación en marzo, Ghorbani se convirtió en el centro de atención, no solo por ser una mujer en un rol tradicionalmente masculino, sino también por el contexto cultural y social que rodea al deporte en Irán. Las amenazas que recibió, incluyendo la posibilidad de ser atacada con ácido, reflejan una alarmante realidad para muchas mujeres que desafían las normas establecidas.

En redes sociales, Ghorbani recibió el apoyo de muchas personas, destacando su valentía al enfrentar tales amenazas. Sin embargo, también hay voces críticas que cuestionan la seguridad y el entorno en el que las mujeres deben operar para ejercer sus derechos. La historia de Ghorbani pone de relieve los desafíos que enfrentan las mujeres no solo en Irán, sino en muchas partes del mundo donde se lucha por la igualdad de género.

Este caso atrajo la atención no solo por el acto de arbitrar un partido masculino, sino por lo que representa: un desafío a las normas patriarcales y una lucha por la igualdad en el deporte. La huida de Ghorbani es un recordatorio de los riesgos que enfrentan las mujeres que buscan abrirse camino en campos dominados por hombres y cómo estas luchas son a menudo acompañadas de violencia y amenazas.